sábado, 15 de junio de 2013

¿Por qué el patio ajeno siempre luce más verde?




La abstracción o atención selectiva es una de las más comunes distorsiones de la realidad. Aaron Beck, más Psiquiatra que Psicólogo estadounidense, fue quien la estudió y le puso nombre, al descubrir los mecanismos en que sus pacientes con depresión procesaban sus creencias y pensamientos de modo que les afectaban más que a otras personas funcionalmente sanas.

La atención selectiva es característica en muchas personas. Psicopatológicas o funcionales, es una característica muy de la vida moderna y la vemos en muchos ámbitos, como los jefes que sólo distinguen los errores de sus subordinados y desestiman sus aciertos, o el novio que no hace más que encontrarle fallas y defectos a su pareja, y se lo hace saber. Pero hoy quiero indagar más en las envidias y cómo combatirlas para desarrollar nuestro sentido de libertad mental y emocional.

El consumismo, el maketing, los medios de comunicación y las redes sociales nos han empujado mucho a aspirar todo el tiempo a una vida material abundante, con lujos y excesos, belleza eterna, y en general una vida relajada sin preocupaciones. Esto genera competitividad entre la gente. Por el coche más caro, la casa más grande, la ropa más llamativa, el cuerpo más atlético, o en el caso de las mujeres el más delgado. La mejor vida, la pareja más feliz, los hijos más listos y hermosos, los viajes más lujosos. 

Me quedo sorprendido frecuentemente por aquellas personas que publican toda su vida en las redes sociales, a veces desde el desayuno o una foto desde su cama, pasando por todo lo que hacen en su día, con quienes conviven,  con fotos en sus trabajos y oficinas, en el tráfico y hasta de lo que encuentran en la calle. Mucho con la intención de obtener likes o comentarios aprobatorios. A veces lo hacen por diversión y puedo entenderlo (aunque yo creo que hay cosas más trascendentes que pueden hacer), pero si lo hacen por llamar la atención pienso que hay muchas carencias que deben de tener para estar mostrando lo que hacen todo el tiempo.

Hay muchas personas así, pero no son todas. Mientras tanto, otra muy buena parte de la gente lo que les sucede es que se dejan llamar su atención por estas personas extrovertidas que siempre lucen lo mejor que tienen y siempre muestran sus fotos tomadas de su mejor lado. Se dejan llevar porque muestran que tienen su viaje a otros continentes, que toman las bebidas más raras, que llevan las vidas más interesantes, que tienen de compañía a personas muy atractivas del sexo opuesto. Y surgen envidias y frustraciones, aparecen los wanna be (del inglés "querer ser"), o los falsos modelos a seguir. Luego resulta que queremos para nosotros vidas y personas que no van con nosotros.

Al principio del post hablaba de la atención selectiva sin darle una definición concreta. La atención selectiva es precisamente, prestar atención a detalles selectivamente, ignorando su contexto, u otras cosas más relevantes que giran en torno de aquello a lo que prestamos una atención desproporcionada.

Así, miramos la foto de personas risueñas tomando alcohol en una fiesta, quizás sin saber sus contextos. A lo mejor algunos tenían problemas en su casa y se salieron para pasar un buen rato. Otros pudieran están abrumados por las presiones de la oficina y decidieron tomar para suspender sus problemas un tiempo. Otros lo harán porque tristemente no encuentran otra cosa que hacer. Otros terminarán por gastar su sueldo recién ganado en una fiesta de la que sólo ganarán un dolor de cabeza a la mañana siguiente. Vemos las fotos y pensamos que las vidas de todos son geniales y perfectas. Esto porque nuestro cerebro suele complementar lo que no conoce de formas que más les conviene, y en términos aspiracionales tendemos a complementar a como quisiera que fuera la vida propia de manera casi automática.

Cuando vemos a personas en carros deportivos es fácil sentir envidias si tenemos nuestro foco de control en lo que vemos fuera. Nunca sabremos si ese coche es producto de una deuda que llevará años pagar. O si es producto de una gran inseguridad (la falsa creencia de que deben comprar un coche nuevo para llamar la atención de la gente).

La atención selectiva nos llevará a evaluar siempre a otros de forma distorsionada. Si tenemos autoestima baja, podemos llegar a pensar que la mayoría de la gente tiene mejor vida que la nuestra. Si somos egocentristas y engreídos podemos llegar a despreciar a los demás, sintiéndonos superiores a muchos, cuando en realidad sólo ocultamos una serie de crisis internas de identidad y seguridad. Por eso éstos últimos son los que con más frecuencia los encontramos publicando sus vidas en las redes sociales. 

Reflexiona, desarrolla, y libérate:
  1. La mayoría de las personas sacarán lo mejor de ellas, y eso no está mal. Y tu deberías de hacer lo mismo. A nadie le gusta estar escuchando siempre comentarios deprimentes y saber de las quejas y desgracias de otros, eso nos repele, nos aleja, salvo a las amistades más cercanas que están ahí para ayudar en veces.
  2. La gente necesita aprobación y afecto. Mucha gente encuentra aprobación a través de lucir lo mejor en sus pláticas, o en sus fotos. Tampoco está mal, a menos que caiga en una conducta muy repetitiva. Lo que sí está mal es que terceros caigan en el juego de las envidias o tristezas al ver que otros hacen tal o cual cosa.
  3. No te claves en lo que hacen otros. Actúa en tu favor, mírate a ti mism@ y toma acciones en seguir mejorando para aspirar a más, sin que eso suponga una frustración, sino un reto.
  4. Agradece lo que tienes y no siempre aprecias. Si tienes salud, un trabajo estable, una familia completa. Si aún puedes disfrutar de tus padres y/o abuelos, si tienes pareja que te quiera, si tienes amigos que siempre están ahí para ti. Muchas cosas las damos por sentadas o muy simples, pero el día que nos hacen falta las extrañamos y valoramos, y…
  5. …de lejos lo más normal será ver que a las personas les va “muy bien”. Por lo mismo, de lejos solo mostrarán su mejor lado. Por eso cuando saludamos a la gente que conocemos poco tenemos por protocolo saludar con un “¿cómo estás?” o “¿cómo te va” y casi siempre contestarán con un “bien” aunque no sea verdad. No vale la pena abrumar a otros con historias largas y tristes de las cosas que nos preocupan. Es fácil ver más verde el patio ajeno. Mutuamente pensamos que al otro le va mejor.

Deja de preocuparte, ocúpate mejor en seguirte desarrollando, llegar más lejos, liberar tus trabas, y alcanzar tus metas. Que las envidias no te llevan a nada. Amplía tu visión de las cosas, evita centrarte en temas sin contexto, deja de enfocarte en lo que otros tienen o no tienen. Verás que andas con más tranquilidad, y tu pensar y accionar se volverá más productivo.

¡Hasta la próxima!



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