sábado, 13 de julio de 2013

El diálogo interno puede cambiarlo todo


¡Hola! Ya hace unos días que no escribía por aquí, ¡he tenido mucho trabajo! Cosas muy interesantes vienen y no puedo estar al 100% en un solo proyecto.

Hoy quiero escribir un poco acerca del diálogo interno. Y es que las palabras que utilizamos diariamente definen nuestra realidad. Las cosas que nos suceden están allí. Pero la manera en que las percibimos, y cómo las interpretamos, es lo que define nuestra realidad. El mismo evento puede sucederle a dos personas distintas, y el resultado de la lectura de la realidad, consecuencia del evento bueno o malo, ser completamente diferente.

George Berkeley, filósofo del siglo XVIII llevó este postulado al extremo, al punto de señalar que "ser es ser percibido o percibir"; una persona que existe, al margen de todo siempre, adaptativo en demasía, siempre guiado por la corriente, que no sobresale entre la multitud, prácticamente es una persona que no existe pues no forma parte de la realidad de nadie. Mucho menos puede producir un gran cambio en el mundo.

Como mexicano que soy puedo entender que particularmente los latinos generalmente tendemos a ser personas muy emotivas y viscerales, el lenguaje que solemos utilizar está cargado siempre de emoción, impaciencia, agresión, tristeza, etc. Lo que muchos no saben es que dichas palabras moldean nuestra realidad y crean parámetros dentro de nuestro campo de realidad que la guían por un determinado camino. El ser humano tiene un "principio de la congruencia" y es que a nivel inconsciente las personas actúan siguiendo una inercia comandada por la manera en que se expresan y hablan de pensamientos, ideas o acciones.

Como niños pequeños que no deben escuchar palabras altisonantes o ideas negativas porque les afectan, así nosotros mismos somos responsables del daño que nos hacemos con nuestro propio diálogo. Si existen personas que no cuidan el diálogo externo, pelean y hieren verbalmente a otros con sus palabras, ¿qué podemos esperar del diálogo que tenemos entre nosotros mismos, un diálogo "privado", "invisible" del cual nadie llegará a molestar o cuestionar porque no conocen su contenido?

Los seres humanos pensamos en palabras la mayoría del tiempo. Algunas pocas veces en imágenes. La neurociencia nos explica: tenemos una "voz interna" que siempre suena a nosotros mismos. Ésta es la voz interna que nos acerca a la realidad o la distorsiona. Un ejemplo puede ser el pensamiento consecuente a un fracaso o error en algo. Una persona puede pensar: "soy un estúpido, no lo vuelvo a hacer", y otro puede pensar "me siento mal por lo que pasó, pero voy a aprender para que no vuelva a suceder". Un diálogo es generativo y el otro genera un juicio negativo que puede obstaculizar o frenar a la persona de actuar de un modo similar en lo consecutivo.

De ahí a que sostengo que no es coveniente expresarse con maldiciones o malas palabras en las conversaciones formales o casuales  (otra cosa para las conversaciones informales, donde llegan a funcionar incluso como válvula de escape). Las palabras altisonantes tienen un rastro de agresión y "fuerza falsa": muchos líderes las utilizan, también en las empresas se les escucha bastante. Los padres de familia las utilizan para regañar a los hijos. Dice la frase popular "las palabras se las lleva el viento", pero un diálogo interno nocivo altera realidades. Una persona puede ser afectada por un diálogo interno en dos sentidos:

  • Exterior: alguien puede ser insultado, o etiquetado con un juicio. Si el afectado es débil de autoestima y carácter puede convertir un diálogo ajeno en propio: "mi novia me dice que no sirvo para nada, seguramente es verdad". Son personas susceptibles a lo que dicen los demás.
  • Interior: puede que nosotros mismos generemos juicios fundados en cosas que nos suceden. 
Supe de un caso de una mujer adulta joven que nunca había tenido pareja en su vida. Ella llegó al consultorio de un colega. Tras varias sesiones de trabajo, se llegó al origen del problema: un buen día, cuando era adolescente, la joven despertó con la idea de que quería tener pareja. Dos veces expresó sus sentimientos a compañeros de su preparatoria, y las dos veces fue rechazada. Quince años después llega al consultorio, ¡imagínate el tremendo bloqueo mental!  Lo sorprendente es que todos esos años estuvo dejando pasar oportunidades de hombres que se le acercaban con intenciones románticas: ella estaba atada a un diálogo interno de rechazo.


Es responsabilidad de nosotros cuidar nuestro diálogo interno, analizarlo y ser autoconscientes si está limitando nuestro potencial. Ampliar nuestro vocabulario a veces ayuda a expresar mejor lo que sentimos. En ocasiones la distorsión de la realidad viene producto de un léxico o vocabulario reducido de palabras. Enriquecer el lenguaje en ese sentido puede ser productivo y desarrollador. Ser conscientes del contenido que nos damos a nosotros mismos, cuidar nuestro diálogo, así como el "panel de control" del diálogo interior y nuestras emociones que surgen antes o después del mismo, es clave de nuestro desarrollo y libertad mental.

¡Sigamos adelante!

viernes, 5 de julio de 2013

Conociendo tus límites


Una de las fallas más grandes que puede tener un proceso de liberación mental es plantear a la persona que ayudamos, la premisa: "tu potencial no conoce límites, tu puedes lograr absolutamente lo que sea". Si bien trabajar en torno a esa afirmación puede ser motivador y hasta liberador en el corto plazo, en el largo plazo puede llevarnos a un camino lleno de desaliento y frustración. 

Un verdadero proceso de liberación incluye el conocer tus límites, aprovechar tus fortalezas al máximo, y buscar siempre los elementos necesarios para empujar las fronteras de tus límites lo más lejos que puedas. El esquema SMART, planteado por Paul J. Meyer en su libro "¿Qué harías si supieras que no puedes fallar?" menciona que las metas deben ser:

ESpecíficas
  Medibles
  Alcanzables
  Relevantes
  Tiempo (medibles en plazos de tiempo)

Poner límites y plazos a tus sueños los transforma en metas alcanzables, que pueden llevarte a alcanzar la gloria personal, ¡la liberación mental!

Para conocer tus límites necesitas una buena dosis de autoconocimiento, y para alcanzar ese autoconocimiento no tienes otra opción que poner a prueba tus capacidades y llevarlas hasta el punto máximo. El peor límite que puedes ponerte es el autoimpuesto, que no está comprobado en vivo, pero que tú solito te planteas que no podrás lograrlo sin siquiera intentarlo. Evítalo a toda costa. Por otra parte, tus fortalezas serán tu arma principal para salir adelante en la realización de tus metas (sueños en movimiento), sin duda debes utilizarlas como palanca para empujar tus áreas de oportunidad o de mejora.

Para conocer y por lo tanto marcar tus límites para comenzar a trabajar en superarlos no hay camino fácil: debes asumir los riesgos que conocer tus límites conlleva, y una vez alcanzados, aceptar libremente que aunque somos humanos y somos increíbles, somos seres físicos con una determinada capacidad y un determinado límite, que podemos elevar hasta un determinado punto. El camino a la liberación mental implica conocer y aceptar nuestros límites y nuestro marco de acción para con ellos, con humildad y en paz.

Una persona de libre mente podrá conocer sus límites, pero también ser lo suficientemente atrevido a retarse continuamente y mejorar su marca personal, una capacidad que no se utiliza se atrofia, y el conocimiento que no se usa se olvida; por lo tanto retarnos a nosotros mismos para mantener los límites en el mismo lugar o más allá, y no ceder terreno y reducir nuestro margen de acción, esto es: límites que no se enfrentan con el tiempo aumentan de tamaño y reducen nuestro espacio, se vuelven más complejos. Si hablar en público te aterroriza y no haces nada por solucionarlo, porque tu profesión o tu empleo no lo requieren aún (p ej: eres analista y tu trabajo es casi en solitario), eventualmente tendrás que hablar ante una audiencia y te sentirás aún más amenazado. Si hacer ejercicio no es lo tuyo, mejor empezar a hacer ejercicio poco a poco que años después, cuando tengas una condición o salud más deteriorada consecuencia de no hacer ejercicio. ¿Capisci?

Conoce tus límites, establece tus metas, aprovecha tus fortalezas. Arma tu estrategia y supera tu propia marca. Y no olvides celebrar tus logros. Habrás alcanzado la libertad mental, la libertad del alma.

 ¡A seguir avanzando!