martes, 11 de junio de 2013

Creando nuestras propias profecías


Una persona capaz de ver y percibirse de manera positiva en el mundo, comienza a ser capaz de crearse profecías desarrolladoras que se vuelven realidad. Tal vez esto te suene muy mágico o hasta esotérico, pero es verdad y todos lo vivimos a diario en nuestro día a día, tanto así que nuestros caminos en la vida muchas veces son definidos por las profecías, buenas o malas que creamos de nosotros mismos.

El concepto de la profecía autocumplida, o “efecto Pigmalión” no es nuevo. Data de mediados del siglo XX, cuando Robert Rosenthal, distinguido psicólogo, estudió cómo los efectos de un falso concepto de una situación, evocan en el sujeto nuevos comportamientos que transforman esa definición, en un principio falsa, en toda una realidad.

El efecto Pigmalión debe su nombre al relato griego que narra cómo Pigmalión, rey de Chipre, buscaba una mujer para casarse, con el “pequeño” requisito de que debía ser perfecta. Al no encontrar a dicha mujer, decide dedicar su tiempo a hacer esculturas, una de ellas le queda tan bien que se enamora de ella profundamente. Él tiene un sueño en el que Galatea, su escultura, cobra vida. Afrodita, diosa del amor y la belleza, se da cuenta y se conmueve, por lo que concede a Pigmalión su sueño.

Muchas veces podemos ser afectados por las opiniones de otros, opiniones que con frecuencia carecen de fundamentos sólidos, pero que penetran nuestra estructura psíquica y se añaden a nuestro pensamiento inconsciente, creando conceptos de nosotros que creemos que son auténticos porque vienen de nuestro juicio, pero que en realidad tienen su origen en otras personas.

La autoestima juega un rol importantísimo aquí. Cuando tenemos un concepto positivo de nosotros mismos, resulta más sencillo la adquisición de nuevas habilidades, o el logro de nuevas metas. Si en un principio creemos que vamos a fracasar, que no merecemos ser felices, o que algo es imposible, seguramente sucederá eso que creemos. Crearemos una profecía que limitará nuestro desarrollo. Lo mismo si pensamos lo contrario.

Si bien existen circunstancias ajenas a nosotros que definen la consecución de ciertos eventos, el efecto de una profecía positiva puede encaminarnos a que obtengamos lo que queremos. Bastará con ponerle acciones a nuestros sueños. Un sueño sólo puede convertirse en realidad cuando lo transformamos en meta. Entonces nuestras acciones producirán cambios que nos llevarán por donde queremos.

La Ley de la Atracción, cuyos contenidos son fuertemente criticados por la comunidad científica, postula que cuando nuestros pensamientos son congruentes con nuestras acciones, y se tiene el convencimiento de que algo sucederá, se volverá realidad. Si bien con los avances actuales de la ciencia es muy complicado comprobar un concepto de inicio tan intangible, yo pienso que la fé de que una meta se volverá realidad engrandece al espíritu. Libera la mente, trabajar en cumplir nuestros sueños nos hace felices.

En conjunto con una visión en positivo, incluso cuando algo no se logra como queremos, nuestras acciones nos pueden llevar por caminos alternos que jamás se habían iluminado para nosotros… ¡generamos un cambio! Y nos desarrollamos como personas. Adquirimos experiencias… habilidades… encontramos soluciones… exploramos realidades. Incluso podemos llegar a la cima de nuestro sueño… solo para descubrir que necesitamos llegar aún más arriba, encontramos más metas por las que vale la pena luchar. ¡Así es la vida!

Es por eso que debemos generar profecías positivas y desarrolladoras para nosotros. Nuestro pensamiento crea realidades.

La Psicología y la Ciencia nos tienen hermosos regalos para nosotros, este blog se encargará de poner esos presentes frente a ti. 


¡Hasta la próxima!
 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario