El tema de la emocionalidad es un
tema espinoso y de gran debate científico. Hay una enorme cantidad de estudiosos
de diferentes ramos que se han dedicado a analizar el tema de las emociones,
pues no cabe duda que éstas mismas tienen un gran poder sobre nosotros.
Ya he escrito acerca del
autocontrol en este blog. La realidad es que tener dominio de nosotros mismos
es algo que cuesta muchísimo pero que definitivamente vale la pena lograr. El
mismo pensamiento racional, manejado con diferentes emociones da lugar a conclusiones
completamente diferentes.
Desde mediados del siglo XIX han
habido muchas teorías de las emociones, como la de James Lange o de
Cannon-Bard, dichas teorías discrepaban unas de otras porque mientras algunos señalaban
que las emociones precedían al pensamiento
racional o la cognición, otros establecen que primero viene un pensamiento,
aunque fugaz, que produce la emoción al evaluarla si nos produce bienestar o
no. La realidad es que es fecha que ninguna teoría está plenamente comprobada y
los científicos no se ponen de acuerdo.
¡Ya quisiéramos tener un panel de
control, como el de una aeronave por ejemplo, para manejar nuestras emociones!
Creo que sería inclusive más sencillo. Si bien no podemos controlar totalmente
las emociones (por ejemplo, no puedes bloquear totalmente las emociones que
puede generar en ti una muy mala noticia), autores como Rafael Echeverría
sostienen que dentro de la emocionalidad hay un espacio para la modulación o
nivelación de las mismas. Yo estoy totalmente de acuerdo.
Considero que la emoción existe en
tres niveles:
- Primer nivel: tenemos una emoción de determinada intensidad, sobre la que somos conscientes y podemos manejar a nuestra voluntad si lo deseamos.
- Segundo nivel: tenemos una emoción sobre la que somos conscientes pero que no podemos manejar, apagar o anular a nuestra voluntad (por ejemplo una pareja que termina su relación puede saber que está triste pero no por eso inmediatamente deja de estarlo).
- Tercer nivel: tenemos una emoción tan fuerte que no somos capaces ni de darnos cuenta de que tenemos una emotividad (por ejemplo el típico enfurecido que hace tantas rabietas que golpea la pared con un puñetazo, por lo general lastimándose en el proceso). No necesariamente es de duración breve. Un ejemplo puede ser una tristeza muy prolongada (depresión). Muchas personas no saben que están deprimidas.
Los primeros niveles serían
aceptables, pero es el tercer nivel del que debemos cuidarnos, es donde pueden
venir las acciones viscerales de las cuales luego nos arrepentimos: el insultar
a un ser querido, el hacer daño a una propiedad, el tomar una decisión mal
planeada, o simplemente empezar una pelea a golpes, puede surgir a raíz de una “emoción de tercer nivel”. El estrés,
si no somos conscientes de él, también puede llegar a hacernos mucho daño inclusive
a un nivel físico, afectando nuestra vida diaria.
¿Te gustaría tener mejor manejo
de tus emociones? “Sii…” ¡No se oye! “¡¡¡Síiiiiiiiiiiii!!!”.
Pues déjame decirte que controlarlas
puede ser sencillo pero dependiendo de tu energía personal puede ser fácil que
te controles, o puede resultar en un tremendo reto.
Hay un ejercicio que me gusta
mucho hacer cuando me toca estar afectado por una emoción que no quiero tener, le llamo las cuatro preguntas mágicas:
- ¿Cómo me siento?
- ¿Qué situación es la que me está causando esta emoción?
- ¿Está en mis manos cambiar esta situación que me afecta?
- ¿Ayuda a cambiar la situación el sentirme así?
Éstas cuatro preguntas recomiendo mucho que las anotes en una pequeña
tarjeta (como del tamaño de una tarjeta de presentación), o que las imprimas y
pegues en tu lugar de trabajo, etc. Realmente hacen maravillas porque ayudan
mucho a identificar tus emociones y tratar de tomar en tus manos la propia
emocionalidad y manipularla mejor. No te digo que van a desaparecer emociones
al instante, pero si las hace conscientes y por lo tanto de menor duración. Muchas
personas al hacerse la segunda pregunta muchas veces se dan cuenta que a veces
están afectadas por nada, o afectadas por muy poco; a veces no nos damos cuenta
que andamos enfadados sólo porque alguien nos hizo una mala cara en la calle, o
porque había mucho tráfico camino al trabajo, o por el ciclo hormonal en el
caso de las mujeres (tengo testimonios que dicen que a veces puede ser
terrible).
Hacer consciente la emoción nos
da espacio para hacer trazos en nuestra emocionalidad y ser más fríos en
nuestro actuar. Nos ayuda a tomar mejores decisiones y a sentirnos mejor. Por
lo pronto la herramienta que te dejo el día de hoy es muy poderosa y puede
convertirse en excelente aliada en las artes del control emocional.
El mejor método para controlar
las emociones es la meditación,
digamos que meditar hace que con el tiempo amplíes tu rango de acción sobre tus
emociones y tu fuerza mental y espiritual, tal como hacer pesas incrementa tu
nivel de fuerza física. Pero requiere entrenamiento. Ya lo veremos de a poco
más adelante. Vamos avanzando paso a paso a nuestra auténtica libertad mental… ¡a
andar Libre-mente!
¡Adelante y a seguir progresando!
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