lunes, 26 de agosto de 2013

Aprendizajes de la naturaleza: el guepardo


La naturaleza es muy sabia. Siempre lo ha sido. Tiene un propósito que desconocemos, de su origen sólo tenemos pistas. Pero es siempre efectiva. Y nos lo demuestra siempre en los desastres naturales, por ejemplo. Nunca el hombre ha podido ponerse enfrente de un fenómeno natural sin ser afectado en algún sentido. Poblaciones y comunidades enteras han sido arrasadas de un momento a otro. La naturaleza es inercia. La naturaleza es vida. Es fuerza, pero también puede ser paz. A través del contacto con la naturaleza podemos encontrar mucho crecimiento personal. La naturaleza se comunica con nosotros, podemos verlo con las plantas en los jardines y oficinas. Absorben las “vibras”, eso es definitivo ¡las plantitas no duran mucho en Recursos Humanos!

En este y los siguientes posts quiero hablarles de maravillas de la naturaleza… ¡no! Libre Mente no se ha vuelto un blog de naturaleza y animales. Quiero mostrarles ejemplos interesantísimos de cosas que la naturaleza nos muestra ¡y no tenemos el cuidado de observarlas! 

Hoy quiero hablarles de un animal hermosísimo… y muy inteligente. El guepardo, o cheetah (se pronuncia “chita”, viene del árabe). Seguro lo habrán visto en televisión alguna vez, o en algún zoológico, aunque en cautiverio suelen ser animales que deterioran muy rápido, y se estresan si no están libres (¿les ha pasado que cuando visitan el zoo los leopardos y cheetahs “no están” en su jaula o “no se ven”? es por lo mismo). Necesitan cuidados muy especiales.

El guepardo es un animal salvaje icónico, modelo de marcas de automóviles deportivos. Su velocidad es inigualable, es el animal terrestre más rápido del mundo. Alcanza velocidades de entre 95 y 115 kilómetros por hora. Su piel es altamente valorada, desde tiempos antiguos, nuestros antepasados consideraban honroso vestir sus pieles. Era utilizada por los líderes de tribus o dirigentes de los grupos de pobladores de la época.

El cheetah es sumamente inteligente cuando está de cacería. Caza en el mediodía, cuando hay más calor y luz. Su cuerpo es débil, pero esbelto, y aprovecha la forma de su cuerpo para la velocidad, pero le dificulta el combate directo. Depende de la sorpresa y la inteligencia al cazar. Debe cazar en mediodía porque otros animales, como el león, o las hienas que andan en manada, le roban la comida y le quitan las presas que el guepardo caza con tanto esfuerzo. Pero cazando de día, cuando hace calor y los otros animales duermen, puede aprovecharse para cazar a sus anchas.

El cheetah es muy rápido, pero correr no es su principal recurso. Si puede, procurará acercarse silenciosamente entre las hierbas y matorrales que hay en el terreno, aprovechándose de las crías o animales viejos, especialmente gacelas, a las cuales atrapa cuando están desprevenidas.

No se la pasa corriendo todo el día. El guepardo es un animal estratégico. Corre muy rápido, pero sólo lo hace durante distancias cortas. Una carrera de 400 metros es demasiado para este animal. Si su presa le toma distancia durante 400 metros máximo, prefiere renunciar a su víctima y atacar a otra quizá más tarde. Sin embargo mide muy bien las distancias, y cuando ataca usualmente obtiene lo que busca. Necesita descansar para reponer fuerzas, gasta mucha energía en sus carreras, por lo que debe tomarse descansos largos para mantener su ritmo de vida.

El guepardo no es precipitado. Sabe esperar el momento y el lugar adecuados para atacar, con una efectividad de hasta 60% en sus ataques (el león tiene 30% para que se den una idea) lo cual quiere decir que, a pesar de sus grandiosos dotes y habilidades cazando, no la tiene tan fácil, y debe persistir para mantenerse alimentado y no morirse de hambre. No puede relajarse mucho tras lograr matar a su presa. Deberá devorarla, pero no será por mucho tiempo. Animales más fuertes, pero más lentos que él lo rondan, y aprovecharán el atardecer para arrebatarle su premio. Debe mantenerse cazando, y eso le mantiene fuerte.

Este majestuoso animal nos deja grandes enseñanzas, aplicables a hombres y mujeres en la vida cotidiana:
  • Debemos aprovechar nuestros talentos y usarlos a nuestro favor (el cheetah es bueno corriendo, no peleando). No podemos esperar ser buenos en todo, ni ser capaces de hacer todo. Tenemos inclinaciones naturales. Encuentra en lo que eres bueno y explota esa habilidad al máximo.
  • Debemos ser inteligentes (como el cheetah que ataca silenciosamente) desplegando toda nuestra energía y esfuerzos sólo cuando sea necesario. A veces nos dejamos ir por la regla clásica “nada en la vida es gratis”, o “todo lo que vale la pena en esta vida no viene fácil”. Esas frases tienen su parte de razón, pero no hay que cerrarse a la posibilidad de pensar inteligente para lograr las cosas sin un esfuerzo desmedido que drenen nuestra energía y tiempo.
  • Debemos darnos nuestros descansos (el guepardo toma descansos, no corre todo el tiempo) para estar a nuestro 100% diariamente necesitamos reponer fuerzas de manera eficiente, con buenos hábitos (sueño, alimentación, meditación “alimento del espíritu”). 
  • A veces debemos saber esperar (como el guepardo que mide sus distancias y espera el momento exacto de atacar). Si bien no existe el momento perfecto, si existe un “mejor momento posible” y debemos ser lo suficientemente pacientes e intuitivos para lograr lanzarnos sobre el objetivo y alcanzarlo. 
  • Es probable que no logremos las cosas a la primera. El guepardo, con todo y su velocidad e inteligencia al cazar, a veces falla en su objetivo y su presa escapa. Es importante que no nos derrumbemos si vemos que algo no sale como esperábamos, sobre todo si llevamos pocas veces o poco tiempo intentándolo. Y si después de intentarlo todo seguimos fallando, ser maduros, tomar descanso, replantear objetivos, corregir posibles errores en la estrategia, y “atacar” de nuevo. 

Más adelante seguiré publicando más metáforas de la naturaleza, aplicables a nuestra vida diaria. Estén atentos, ¡como el cheetah!

Con inteligencia y tenacidad, ¡adelante!