martes, 29 de abril de 2014

Los Cuatro Acuerdos, Parte 2: No te tomes nada personalmente


¡Hola!

Continuaré escribiendo un poco más acerca de mis impresiones sobre los Cuatro Acuerdos Toltecas. Si no has leído el post anterior, están contenidos en el libro de Miguel Ruiz "Los Cuatro Acuerdos", bastante recomendable. Encajan perfectamente con el concepto de Libertad Mental, paz espiritual, y el concepto de felicidad en general.

El Segundo Acuerdo es el no tomarse las cosas de forma personal. Y tiene su principio en no darle demasiada importancia a lo que otras personas nos dicen, bueno o malo. Aunque está claro que nos gusta cuando nos dicen elogios o cosas positivas, y que cuando nos insultan es cuando más nos hieren, y si no tenemos la conciencia elevada, probablemente sea cuando más notemos los comentarios de otros. Ya he hablado de que el ser humano nota más lo que le afecta o hace daño como un instinto natural de supervivencia.

No tomarse las cosas de forma personal es liberador. Cuando decimos algo, estamos expresando nuestra impresión de la realidad: nuestra opinión, derivada de nuestros juicios, nuestra manera de percibir la realidad, nuestro punto de vista, que, a menos que sea un argumento científico, será 100% objetivo.

Pero pues claro, ¡no vivimos de hacer pruebas científicas! Los juicios y opiniones, eso son, juicios y opiniones. Adjetivos calificativos de acuerdo a nuestro sistema de creencias, de nuestra educación, de nuestra experiencia personal. Por lo tanto, cuando alguien te dice algo, bueno o malo, está juzgando de acuerdo a sus principios y valores, de su experiencia de vida. Por lo tanto, palabras siempre parciales. Las personas se proyectan en sus comentarios.

Ahondaré un poco más en el término "proyección", que tiene su fondo en Psicología, especialmente en la corriente del psicoanálisis. Freud en su tiempo acuñó el término "proyección", a una manera de defensa del sujeto psicológico (la persona) en la que atribuye a otras personas o cosas, defectos, virtudes o carencias. Ese es la definición básica. En resumidas cuentas, cuando alguien nos dice algo siempre se proyecta en sí mismo.

Por lo tanto, si alguien le grita a otro "inútil", quiere decir que de acuerdo a su sistema de creencias, la conducta del otro representa a alguien inútil. O eso, o bien, que de acuerdo a su sistema de creencias, esas son palabras que lastiman, y el propósito del emisor es lastimar al otro con sus palabras.

Tenemos que hacer a la idea que existen por allí muchas personas que buscan, de manera consciente o inconsciente hacernos daño. Y la manera más sencilla, más económica en términos de esfuerzo, es a través de las palabras. La gente elogia son sarcasmo. La gente insulta con intención. Es parte de lo cotidiano, desafortunadamente. Pero tenemos opciones: o nos volvemos víctimas, o nos volvemos parte del círculo vicioso, o bien elegimos aceptar las cosas como son y encontrar la manera de ser feliz con lo que tenemos, con la realidad como es. Es esta última opción la que nos hace aprovechar mejor nuestra estancia en este mundo.

La gente miente. Todos los días. De acuerdo a estudios, el ser humano miente a conveniencia varias veces en el día, sobre asuntos pequeños o grandes. Entender que además, la mentira es un auto-engaño, son las carencias proyectadas en la misma persona que las emite. Nosotros podemos tomar las riendas de nuestra vida, no lamentándonos sobre la gente que nos miente, sino comprendiendo que somos nosotros los que tomaron como significativo el argumento que luego se convirtió en mentira. Los halagos o elogios deben tomarse, pero nunca sobrevalorarlos o usarlos como base, pues son sólo juicios de la gente, al igual que lo malo.

Entonces nos volveremos inmunes a lo que pueda decirnos la gente. Y vivir de acuerdo a nuestras propias convicciones, no de las opiniones de los demás. Pero atención: si hay que atender a los comentarios que puedan servir para mejorarnos continuamente, no vamos a negar totalmente a los signos y señales que nos den las personas, de cosas que podamos mejorar. Pero somos nosotros los únicos jueces y rectores de nuestra vida, y somos el mejor filtro para aquellos señalamientos que pueden significar un tesoro para seguir creciendo en habilidad, cualidades, y experiencias de vida.

Cuando descubrimos el verdadero poder que tenemos de darle el valor que consideramos necesario a los juicios y comentarios de otros, es que comprendemos uno de los más grandes regalos de la libertad espiritual.

Entonces podremos andar en paz y quitarnos tremendas cargas de peso que llevábamos encima sin darnos cuenta.

¡Hasta la próxima!


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